Una de las tradiciones más arraigadas en este blog es lo que tardo en escribir las crónicas cibelinas. Y la verdad no sé hasta qué punto tiene sentido hacerlas porque otros ya lo han hecho antes y mejor que yo. Además todo parece ya tan lejano y la velocidad que todo lo impregna en el mundo de la moda parece que obliga a "hablar" de Prada o del último rumor que sitúa a Raf Simons en el puesto de Pilati en YSL.
Pero como esto sería aplicable a todo lo demás que escribo, arranco mi crónica que ya nace antigua.
El jueves 15 se celebró el llamado
Madrid Fashion Show en el Museo del Traje, una nueva iniciativa privada que esperemos que tenga continuidad en el tiempo y en la que se presentaron los desfiles de Alvarno, uno de los más esperados de la temporada y ya una cita clásica en el Off Cibeles,
y de Second Skin, dos marcas que están unidas en su intención de vestir a una mujer elegante, urbana y muy femenina.
Una y otra vez los que tenemos la oportunidad de asistir a los desfiles en Madrid repetimos que el principal punto débil de los desfiles de Ifema es la puesta en escena y que la forma en la que la ciudad respira la moda es completamente diferente a la de otras ciudades como París o Milán. Y debo decir que tanto los desfiles como la fiesta posterior de Madrid Fashion Show se acerca mucho a lo que debería ser toda la pasarela madrileña: una puesta en escena que colabore a que la moda sea algo más que ver un desfile tras otro.
Un ejemplo de esto es la exposición que han organizado en el propio Museo del Traje con piezas de las dos firmas que desfilaron y que se podrá visitar hasta el 2 de octubre (toda la info
aquí)
La primera jornada de Cibeles estuvo marcada por el recuerdo a Jesús del Pozo, ya que se presentó la última colección y de la que probablemente nadie hubiese destacado si la muerte del diseñador no lo hubiese puesto en primera plana, porque la colección de Juan Duyos que tanto debe a YSL y con unas pamelas maximalistas de Mabel Sanz eran el contrapunto perfecto a la aparente sencillez de los looks que ganaban en fuerza gracias a los colores vivos le hubiese robado todo el protagonismo, algo que en parte sí consiguió.
La segunda jornada, con un calendario de desfiles de lo más dispar, puso en evidencia que sólo los diseñadores que reparten invitaciones a discreción fueron capaces de llenar sus gradas y que ni siquiera Davidelfín, que solía ser el desfile más esperado y solicitado de todo Cibeles fue capaz de empezar puntual y sin la habitual estampa de bofetadas por un buen sitio o gente en la escalera.
La colección, nacida del ingenio agudizado por la crisis y una paleta de color tan alegre poco habitual en él, es la perfecta muestra de cómo su vida personal influye en la profesional al estar presentes su pasado y su presente, algo que ya empieza a convertirse en costumbre.
Y es que si en algo se hizo patente la crisis en esta edición es en la vocación comercial de la mayoría de las colecciones con una Agatha Ruiz de la Prada contenida, entregada y encantada a la causa del color block pero con unas propuestas más acordes a la Semana Fantástica de El Corte Inglés que a una pasarela de moda, un Roberto Torretta explorando el minimalismo neoyorkino de los 90's con reinterpretaciones interesantes de los vestidos camiseros o un Modesto Lomba que inspirado en el fin del mundo anunciado por los mayas para 2012 decide salir a saludar con la bolsa de piel de Ubrique que ha diseñado para proteger los iPad.
Lo de Montesinos es de otra guerra y en realidad todo lo que no sea hablar de lo maravillosa que sigue Helena Barquilla y lo bien que mueve un vestido o lo guapo que es Antonio Navas no tiene demasiado interés.
El tercer día fue la demostración de lo injusto que puede ser para una colección la fotografía. Las fotos nunca podrán captar los pequeños detalles que enriquecían la colección inspirada en las ninfas del romanticisimo inglés, y basta como ejemplo la primara salida del desfile, en el que los bajos del vestido de Iris Strubegger estaban troquelados y le daban a la prenda un carácter único.
Aunque el universo creativo de Elisa Palomino está íntimamente unido al de Galliano, tiene a su favor el haber sabido construirse con elementos tan sencillos como los tocados, el maquillaje o los botines una imagen de marca que hacer muy reconocible sus desfiles, algo que todo diseñador debería tener y que tan complicado resulta.
Ese mismo día desfiló el ganador del premio L'Oreal a la mejor colección, Juanjo Oliva, que presentó una colección de lo que él llama Alta Costura y yo llamo bien cosida (que ya es bastante) inspirada en las grandes divas de Hollywood de los años 30 y con Nieves Álvarez como modelo estrella y ejemplo paradigmático de modelo que casi trabaja más desde que está retirada que cuando estaba en activo.
Y es que el premio en mi opinión hubiese sido mucho más justo que acabase en las manos de Ana Locking, que presentó una colección en la que a través de combinaciones sorprendentes y que de entrada podrían resultar chocantes como los estampados Liberty acompañados de insectos (que además inspiraban las siluetas) consigue una propuesta de toque futurista y clásica al mismo tiempo. La única pega: las salidas masculinas.
De la última jornada mejor me guardo mis opiniones que no quiero disgustos ni pleitos con abogados.
Como casi siempre me fui de Ifema con la sensación de que nada ha cambiado y que la negación de la realidad parece ser un lugar muy cómodo para algunos, que arriesgarse puede salir muy caro y que dar la cara mucho más. Pero también que el mundo es de los valientes y que si tienes eso a tu favor ya tienes parte de la batalla ganada.