Muchos han sido los que atraídos por una estética cuidada hasta el milímetro y con un diseño de vestuario que ha marcado incluso tendencia desde su estreno en 2007, convirtiéndola en la nueva serie de culto para el mundillo “fashion”, han terminado cayendo en las garras de una serie que consigue que la estética no aplaste a las geniales interpretaciones y los cuidados guiones.
Para los fanáticos de la serie la obsesión por el vestuario viene principalmente del hecho de que la ropa construye en gran medida a los personajes. Esa es sin duda la principal virtud de Janie Bryant, la directora de vestuario de la serie, conseguir que la ropa sea algo tan característico como un corte de pelo o el tono de voz. Su labor ha calado tan hondo que ha publicado un libro con las claves del estilo de Mad Men llamado “The Fashion File” y ha creado dos colecciones para Banana Republic inspiradas en la serie.
Mad Men retrata una etapa en la que las personas todavía no habían caído en la uniformidad del pantalón vaquero, en la que los hombres hacían una declaración de intenciones con el nudo de la corbata o el pañuelo de la americana (su uso es muy interesante en los hombres de la agencia), en el que las mujeres debían elegir entre ser Marilyn Monroe o Jackie Kennedy, pero eso no significaba ni que quisieran ni que pudieran. Muestra a personajes que construyen corazas a través de sus ropas, ya que estas los protegen frente a los demás, dándoles la confianza que no tienen y que en ocasiones solo consiguen aparentar.
En este mundo globalizado en el que vivimos, en el que todos nos vestimos igual gracias a las grandes cadenas de moda low cost, resulta perfectamente comprensible la fascinación que ejerce sobre nosotros que la ropa pueda definir sin caricaturizar a una persona.