Pocas cosas hay más más injusta con un diseñador joven que colgarle el sambenito de "el nuevo Fulanito", porque supone vincular su carrera a la de un genio que probablemente ya lo hizo todo, y bien, en el mundo de la moda y en este momento se encuentra retirado o criando malvas.
Y con Giambattista Valli esta injusticia se ha cumplido desde el minuto uno bautizándolo como el "nuevo Valentino" (desde aquí le mando un saludo al Señor Naranja del que soy rendida admiradora). Porque a pesar de tener muchos aspectos en común y ser probablemente mucho mejor sucesor de su estilo que Piccioli y Chiuri, Valli es mucho más.
El salto a la fama se produce cuando en 1997 es elegido el sucesor de Ungaro, llegando a controlar abslutamente todas las líneas de diseño (incluidas las de decoración) que abandona en 2004 para crear su propia marca aunque no abandona las colaboraciones y es co-director creativo de Iceberg durante varias temporadas.
Por suerte para él, desde el primer momento "celebrities" de todo pelaje se convierten en clientas de su firma, siendo la abeja reina de ese panal, Victoria Beckham una de sus máximas propagandistas, pasando su nombre de ser conocido entre la gente del mundillo y eterno candidato a sucesor de Valentino a tener presencia propia tanto en las revistas como en las alfombras rojas.
Su gusto por la mujer hiperfemenina hace que su estilo esté fuertemente anclado en las siluetas del new look de los 50 y en el trabajo casi artesanal de sus patrones, por lo que su salto a la Alta Costura, que veremos a partir del 4 de julio, parece algo completamente lógico en su evolución.
Para finalizar dos notas curiosas:
1. Soy muy fans de que Valli lleve siempre y en todo lugar un collar de perlas cual Vilma Picapiedra.
2. En España su nombre saltó a la fama (relativamente) gracias a que Naty Abascal lo eligió como diseñador del vestido de novia de su nuera, Laura Vecino, y de la que en aquel momento era la ex novia de su otro hijo, Alejandra Rojas, y así de este modo hacerlo conocido ya que acababa de firmar contrato con una empresa de vestidos de novias con la que la Naty tiene contrato de representación. Mientras, la novia de su hijo pequeño iba de los Valentinos chungos, mientras ella consiguió un diseño exclusivo del único Valentino de verdad. Toda una declarción de intenciones.