El pasado viernes saltaba la noticia bomba a través de la propia web de Vogue París. Su directora Carine Roitfield abandonaba la revista para "embarcarse en algo más".
Los primero rumores la situaban otra vez como colaboradora de Tom Ford, con el que ya trabajó en Gucci y en YSL, pero fue rápidamente desmentido por el diseñador.
Pero rápidamente empezaron a saltar las "teorías conspirativas" que explicaban qué había pasado realmente: Carine había sido despedida.
¿Los motivos? Rumores circulan varios: uno de ellos vincula la salida a un conflicto con LVHM, que pretendían "encargarse" de realizar en codiciado número de diciembre, y que según cuentan los miembros de Vogueleaks a Bernard Arnault le disgustaron profundamente algunos de los contenidos de ese número, en especial el editorial de las niñas. Era un secreto a voces que los jefes no veía últimamente con buenos ojos sus "trabajos externos" como consultora (verdadera fuente de ingresos de las voguettes del mundo) que culminó en el vergonzoso asunto del blacklisteo de Balenciaga (que al parecer estaban hartos de que cada una de sus colecciones fuese examinada con lupa en los talleres de Max Mara, firma en la que Carine ejerce como consultora). Por si esto fuese poco también se la acusó de no ser imparcial en su labor como jurado en el premio ANDAM al entregar el premio al diseñador turco Hakaan.
Pero rápidamente empezaron a saltar las "teorías conspirativas" que explicaban qué había pasado realmente: Carine había sido despedida.
¿Los motivos? Rumores circulan varios: uno de ellos vincula la salida a un conflicto con LVHM, que pretendían "encargarse" de realizar en codiciado número de diciembre, y que según cuentan los miembros de Vogueleaks a Bernard Arnault le disgustaron profundamente algunos de los contenidos de ese número, en especial el editorial de las niñas. Era un secreto a voces que los jefes no veía últimamente con buenos ojos sus "trabajos externos" como consultora (verdadera fuente de ingresos de las voguettes del mundo) que culminó en el vergonzoso asunto del blacklisteo de Balenciaga (que al parecer estaban hartos de que cada una de sus colecciones fuese examinada con lupa en los talleres de Max Mara, firma en la que Carine ejerce como consultora). Por si esto fuese poco también se la acusó de no ser imparcial en su labor como jurado en el premio ANDAM al entregar el premio al diseñador turco Hakaan.
Está claro que los diez años que separan estas dos portadas (la primera y la última de Carine) han supuesto un cambio en el mundo de la moda, y aunque la revista ya no era lo que había sido, a pesar de que el último número con Ford a mi me encanta.
Como siempre en estos casos, se barajan distintos nombres para la sucesión tanto de dentro de la revista como de fuera. Sea quien sea, tendrá una difícil tarea ya que a pesar de todo, la Roitfeld ha sabido imprimir su propio sello a la revista.