Uno de los grandes problemas de las películas que son catalogadas como “retratos generacionales” suele ser su mal envejecer. Reflejar fielmente la ropa, la actitud, la música o las esperanzas y decepciones de una época suele llevar aparejado que los años le pasen por encima como una apisonadora.
Pero hay películas que resisten muy bien aunque nadie lo hubiese dicho en su momento. Reality Bites, dirigida por Ben Stiller (al que el mundo de la moda jamás podrá agradecerle lo suficiente su mirada acero azul) en 1994, es quizás la película que mejor retrató a la llamada Generación X, unos jóvenes desencantados con la vida que se suponía que les tocaba vivir, y que en la película muestran actitudes y reflexiones que podrían firmar hoy muchos de los indignados del 15-M.
La estética y el movimiento grunge tan presente en la película, salta de Seattle a todo el mundo en 1992 gracias a la MTV, que emite sin cesar el vídeo de Smell Like Teen Spirit de Nirvana. También llega a Vogue, que publica un editorial llamado “Grunge & Glory” con prendas de un joven diseñador llamado Marc Jacobs. El mismo que ese mismo año diseña una colección para Perry Ellis que no se llega a fabricar y que supone su despido de la firma. Los dueños consideran que ninguna mujer pagaría por esa ropa.
El vestuario de Winona Ryder, protagonista de la película y que unos años después se convertiría en musa de Jacobs al robar ropa de su marca en unos grandes almacenes, es un catálogo de tendencias de los 90’s que podemos encontrar en las colecciones que se presentan hoy por hoy: looks masculinos, siluetas despegadas del cuerpo, encaje… tendencias que los que ya hemos cumplido los treinta repetimos. Algunos para recuperar el espíritu de esos años y otros simplemente por seguir la moda, sin caer en la cuenta de que la moda es una ruleta que no deja de girar y que cada veinte años vuelve a señalar al mismo punto.
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