lunes, 25 de julio de 2011

Back to black

El mundo de la música, es junto con el cine, una de las mayores fuentes de inspiración de la moda. O quizá es una relación completamente simbiótica en la que la fascinación mutua hace que músicos y diseñadores estén permanentemente viéndose de reojo y convirtiéndose en fuente de inspiración recíproca, llegando en algunos casos a convertirse esta admiración en claro homenaje.



El sábado Amy Winehouse moría en su casa de Londres a los 27 años para según algunos dicen convertirse en mito. Porque icono ya lo era. Su imagen era perfectamente reconocible a través de algunas señas absolutamente icónicas: un tupé, la raya en el ojo exagerada, tatuajes, y una forma de vestir inspirada en la década de los 50 que según iba perdiendo peso iba perdiendo centímetros para mostrar cada vez más piel (aunque no con resultados demasiado buenos).


Probablemente pronto aparezcan editoriales e incluso colecciones inspirados en su estilo y su música (ocurrió con la muerte de Michael Jackson por ejemplo), pero su condición de icono ya fue reivindicada por grandes de la moda: Vogue Paris, Numero o Chanel.


En febrero de 2008, en un edito de Peter Lindberg titulado "L'Idole" y con Emmanuelle Alt, la actual directora de la revista como estilista, convirtieron a Isabeli Fontana en Amy. Un año antes la revista Numero también se inspiró en ella y Karl Lagerfeld también la tomó como principal referente estético para su colección Pre-Fall de 2007 inspirada en Londres.


Hoy Amy vuelve a ser número uno de las listas de ventas, y a ella le debemos el resurgimiento de un estilo que estaba muy alejado de lo que era considerado moderno hasta hace nada. 
No estoy segura si dentro de 10 años será recordada como lo son algunos de los iconos con los que la prensa de todo el mundo está empeñada en compararla como Janis Joplin o Jim Morrison pero lo que sí está claro es que deja dos discos maravillosos y una sensación en el cuerpo de que ni ella misma quiso luchar contra su propio destino.

miércoles, 20 de julio de 2011

Las ventajas de olvidar



Ya no sé como explicar que detesto recordar
un pasado que me aburre y prefiero ignorar.
Lo que va quedando atrás hoy no me interesa ya,
todo aquello que hizo daño y que ahora me da igual.

Las ventajas de olvidar van liberándome
de caprichos que estaban atormentándome.
La estrategia de un momento que fue empujándome 
por desiertos que el destino me condenó a cruzar.

Bajo un cielo protector cometí más de un error
que la vida ha borrado y el dolor ya perdonó.
Y al amparo del valor acabé con el temor
de mirar hacia el futuro sin mayor preocupación.

Las ventajas de olvidar van liberándome
de caprichos que estaban atormentándome.
La estrategia de un momento que fue empujándome 
hacia mares donde el viento no me hizo naufragar.

Y al final que haya una historia que contar
no es mejor que reinventar la realidad.

Así que ...

Las ventajas de olvidar van liberándome
de caprichos que estaban atormentándome.
La estrategia de un momento que fue empujándome 
por desiertos que el destino me condenó a cruzar.


Imagino que esto sería lo que le ha pasado a Alterego. Pero para mi es una putada tremenda. No gano para disgustos.

martes, 12 de julio de 2011

Por duplicado o incluso más

No sé cómo empezar a contar esto sin que quede ligeramente muy egocéntrico, pero partiendo de la base de que un blog por definición lo es y este es MÍO empiezo por el principio.


La semana pasada empecé a colaborar con Trendencias con la publicación de un post semanalmente. El estreno fue con algo que parecía hasta hecho a propósito: el Desfile de Alta Costura de Dior. En el texto no digo nada del otro mundo pero por si alguien tiene curiosidad pinchando el link puede leerlo, más que nada para comparar con el artículo que escribió Sandra del Caño Morales para Europa Press, que se ve que la chiquilla tenía prisa y no se le ocurrió nada mejor que inspirarse en él para escribir la crónica que la agencia de noticias publicó y distribuyó a todos los medios de comunicación que están suscritos. ¿Y esto qué significa? pues que gracias a la inestimable ayuda de esta señorita me han publicado mi crónica un montón de medios. Incluso algún periódico que se compra a diario en mi casa.


Una maravilla. Pero para la siguiente ocasión espero que Sandra acepte mi consejo y puestos a copiar lo haga de la mejor: Suzy Menkes (la señora de tupé y abrigo plateado de las fotos), que escribió una crónica maravillosa y si ve que el inglés se le hace cuesta arriba pues entonces a Eugenia de la Torriente, que lo de hacer los artículos desde París y viendo el desfile en directo te da un bagaje y un poso al texto que viendo las fotos en el ordenador no se consigue. Eso seguro.

miércoles, 6 de julio de 2011

Cuando las certezas fallan

En esta vida hay pocas certezas, y cuando encuentras alguna sueles aferrarte a ellas de un modo algo irracional.
Una de las mías es que Karl Lagerfeld hace mucho tiempo que perdió su "mojo" y es casi seguro que nada de lo que haga podrá gustarme. Así de fuertes son los prejuicios.


Por eso cuando anoche me senté frente al ordenador a ver el desfile de Chanel en nowfashion.com, esa página que permite ver los desfiles casi casi en tiempo real, mi mundo empezó a tambalearse. Chanel me estaba gustando.

 

Obviando las horrorosas botas (no todo iba a ser bueno) las primeras doce salidas son de manual y no puedo objetar absolutamente nada porque estaría mintiendo. Incluso hasta la salida 22 hay cosas salvables y que no mandaría directamente a la hoguera y ni que harían revolverse a la pobre Coco en su tumba. En esta ocasión Karl la situó en lo más alto de la columna que presidía la Place Vendôme en la que convirtió el Grand Palais demostrando que en las puestas en escena no tiene rival (y menos desde que Galliano está fuera de juego). 

Pero el desfile tiene 62 salidas en las que Lagerfeld vuelve a dar tumbos con volúmenes imposibles en hombros y caderas,  con faldas de sirena de mil volantes que únicamente afean el conjunto. Descubres que las plumas realmente no aportan nada, o nada que merezca ser aportado, y que poner un montón de lentejuelas no convierte un vestido en algo elegante (casi nunca lo hace en realidad). Karl intenta recuperar lo mejor de su época dorada en Chanel y acaba siendo un triste recuerdo de lo que fue y por desgracia ya no es.

Aunque voy a quedarme con lo positivo, con esas doce primeras salidas que consiguieron reconciliarme con Karl por unos momentos y recordar porqué esa firma es tan grande que ni siquiera esas botas horrorosas que completan los looks y los desastres que  perpetra desde hace ya demasiado tiempo pueden hundir.